6 de Marzo de 2007
upe que recibió las dos, pues en el 2oo4 un misterioso llamado inoportuno y esperado llegó a la una y media del mediodía me hizo respirar un poco, y el recuerdo de su piel castaña me imaginó un perfume a resistencia y entrega. Hoy he visto a uno mujer perfecta, y de nuevo me castiga el recuerdo del Color del Trigo, esta vez más doloroso: pues reencarna luego de mucho tiempo esta melancolía, ahora sumada a la posibilidad de no regresar nunca más, pues es muy cómodo al otro lado del Atlántico estar a salvo de nuevos rechazos y el dolor que uno siente cuando la mujer que ama tiene marcas en la piel de otros amores. Y mi dolor aún se acrecienta, se multiplica, es exagera, al recordar el principito que yo era antes de ella. Este dolor se infinitiza cuando hago memoria de la desnudea de mi alma cuando estaba ante ella, pensando que mi entrega sería una muestra más de voluntaria fidelidad .Y me pregunto un momento, de haber sabido en aquel tiempo sobre la consecuencias de forzar el sino, de haber intuído la contraproducencia que podría experimentar el corazón de una mujer que sueña con su príncipe azul... es casi seguro que hubiera tratado de disolver mis rencores, de aprovechar las soladades que me facilitó la minusvalía para pintar mineros retratos o remarcadas caricaturas; o quizás – me suena mejor- la añoranza que su ausencia me provocó habría sido en mi cuaderno una Ilíada urbanizada. Per en vez de eso: analizaba todas las conductas posibles que se me ocurrían cuando la presentía viniendo hacia mí. Y lamento muchísimo que mi escritura sea sólo una manera de aliviar mis penas y mis dolores repentinos, pues si me hubiera acostumbrado a escribir sobre sus hermosuras, dedicaría en esta mañana los versos más hermosos para la quietud sub-tormesina..
Como si me pareciera que hago algo malo, tal vez por que leo tenga fama de temer al verdadero amor, abandono de golpe las líneas más hermosas que debería dedicarle, y vuelvo en una línea próxima a aquel momento del año 2005, el día 15, cuando regresé a la plaza para ver si todavía estaba el Principito que yo le había dejado. Ella estaba esperándome, tomando mate, al lado de la misma Virgen mediadora. En un momento se dio la vuelta, me miró, me vió... y no nos dijimos palabra.
Ya no me convencen los principios cristianos ni metafísicos, son demasiado rigurosos, y aunque le he sido fiel a ambas doctrinas, me he llevado muchas desilusiones. Yo pensaba que ella algún día cambiaría.
Otra vez me lamento terriblemente. Quisiera haberle hablado con palabras que la hicieran elevar hasta los olimpos de su fe, o por lo menos resguardar la que ya tenía.
De nuevo la Coincidencia me ataca con sus repentinos dardos, que arrojados por Quien Me Ama atinan en el centro del mi ingenuidad, como si mis lágrimas pretendieran enseñarme la verdad de mi pasado, reemplazando mis utopías por asociaciones de mis nuevos principios con los últimos relatos de mi tercer Principito. El número 22 se cuela otra vez en mis tramas manuscritas, como recomendándome para que siga andando por este sendero que construye el renombrado Bosque de mis Prosas. Y como redescubriendo un antiguo sino escucho entre los árboles a un Ruiz Señor, dictándome una estrofa guiadora:
El camino que conduce
A nuesta casa de regreso
Estuvo marcado de antemano
Por las huellas que ha ido dejando
El fósil de nuestras experiencias.
Para el fiel observador
Es sencillo retomar la marca de su paso.
Este rastro es parecido al que dejaban
Personajes de viejas narraciones.
Sólo que ningún pájaro vivo
Es capaz de robar
Por más hambre que tenga.
Cuando en el silencio la Reflexión nos amenaza
Con revelarnos el sitio que buscamos,
Mirarás sobre tus hombros por la Playa de tu Vida.
Y allí verás aún petrificándose a tus huellas.
Ellas son las experiencias destacadas
Que a tu memoria
(Nunca más)
Dejarán de estremecer.
Y allí se puede divisar
El primer crepúsculo,
O nuestro tímido primer sexo...
Las huellas reparten el cuerpo
Del principito que en un tiempo admirabas
A lo largo y a lo ancho de la Playa de tu Vida.
Y así, en cada soledad
Será mas doloroso este vacío.
Pues un reloj verdadero y cosmológico
Prohibe borrar ninguna marca... ningún hecho.
De ahora en más, desde este punto,
Únicamente hacía adelante
Mirarán los sabios ojos.
¿En qué vado dejaré fosilizándose
Las futuras huellas de mi vida?
Si en verdad quieres volver a casa
Deberás ver sobre tus hombros y atisbar
El camino circular
que nunca debiste haber dejado.
(Pero del que inevitables
Pasos inspectores te han perdido).
Haz de guiarte por las huellas
Que alguien más haya dejado;
Si en ellas diferencias
Los risos color trigo
Y el reflejo de tus sueños.
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