Hoy las hojas adultas de los arces muestran un tono más obscuro de verde,
debido al nuevo nublado que –antes del alba- se entrometió en el cielo que
abastece de luz a las tierras Sub-Tormesinas. Una infinita canción entristece aún más esta
habitación nostálgica. Piano man
entona la tinta de mi pluma para que toque la clásica pero trivial ópera de los
corazones quebrados.
Otra vez releo tus irrecuperables líneas, redondeadas
con la sutil presión de tus dedos delgados. Y en cada inspección pregunto a los
Cielos si la calidad de mis escrituras estará a la altura de los ángeles. Así
si en el paraíso hubiese una biblioteca, llegará una fecha en que mi arrebatada
sangre recorrerá sus beáticas góndolas literarias. Y encontrará alli sembrado,
a su espera, el volumen de un libro con una dedicatoria a vuestro nombre. Y
aquello que no anote, hará llorar a mi niño por el dolor que causa la
indiferencia espontánea.
Aunque no acepto del todo la impiadosa lejanía que me
mata de a un pedazo cada minuto que despega, me calmo con este dulzor que
pareciera un oportuno nepente envolviendo a mi corazón en un escudo de palabras
mágicas, para que no lo atinen nunca los venenosos dardos de la impotencia que
el paciente Funebrero pordigó sobre la raza humana.
Antes que las azuladas mareas engullan a quienes
buscaban el exilio auxiliar, la necesidad de que me juzgaras como el mejor
hombre de tu vida censuró el deslizamiento circular de mi bolígrafo, cuando mis
manuscritas estuvieron a medio renglón de consolar nuestra distancia.
Como si me imaginara lo que pudiste haber sentido al
escribirme, vislumbré sobre tu perfumado papel escolar el seductor calor de tu
sexo desprejuiciado, que anhelando nuestra intimidad volcaba su furia secreta encima
de las hojas. Como ayer, como cuando los accidentes estaban afuera de los
planes del sino que fuimos destejiendo juntos, permanezco mirando tu
identificada caligrafía sin articular palabra mental. Pero no forjé una oración o un verso que expresara,
con específica cabalidad, el desbordamiento de mi melancolía por aquel jardín
donde cultibamos, desde la adolescencia, a ese limonero, que nos hizo sentir
más pacientes, bajo la osadía de aquellos cinco veranos. Pero qué más da, si
aquellas incineradas intenciones que fabricaron mis sueños con mil bienvenidas,
ocuparán en mi alma el sitio que le correspondería a cualquiera de tus
presencias. Y al extenderse cada línea de este escrito –archivado en el profundo
cajón de las materias salteadas- se funden mis versos con todo ese futuro
onírico, únicamente tangible porque a toda hora escucho tus últimos alaridos
que juntaron, en una sola garganta, la península europea con aquella mortal
latitud. ¿Cuánto tiempo los habrá vacilado el Sufrimiento, antes que obligadamente
pudieran cambiar de asientos?
A medida que las trágicas prosas del desamor se
convierten en fulminantes dictadoras de nuestro hoy, vamos descubriendo aquellos
secretos que Dios se negó antes a revelarnos, quién sabrá por qué, cuando
nuestras conquistas eran motivo para sentirnos orgullosos.mientras toda la vida
se sostenía en la mesurada balanza del
equilibrio. Es como si Su intención siempre hubiera sido prepararnos con el
sufrimiento y el error, para el que futuro irrefutable que nos recaerá, supiera
como una trivial hiel. Y qué mal me hizo saber que el Cerrajero ha escondido las
puertas de tus contenedores abrazos tras el candado de la tierra prohibida. Qué
mal saber ahora que, aunque fatigue ondulantes caminos largos, escudriñados
tras una ventanilla cilíndrica, no te encontraré en la dirección que tanto cuidamos
los dos.
La última vez que besé esa frente pura, el limonero
ya curtía su inmóvil madurez. Tantas cosas me quedaron por deciros, vidas mías:
el tiempo ya se ha desgastado mucho como para acumular más aefctos con un devoto gracias o un apasionado te amo. Irreparablemente, las jornadas
futuras se han convertido en inaprovechados ayeres. La vida se desplazada de un
lugar a otro, y sólo nos queda esa placa cenicienta de epitafios... firmadas
con la triunfante punta de la guadaña de Hades.
Cuando era pequeño, el paso de los días y las
noches se componía de muchos pensamientos que ahora son inmemorables. A menudo
pensé en cómo sería tu cara, eso me permitía que las horas se apurasen un poco.
Pero desde que tu último viaje no alcanzó ningún puerto, los pensamientos que
en mi niñez pudieron dar lugar a príncipes valerosos y castillos decorados con
muchas torres, ahora únicamente son visiones de los dos cuerpos que más quería.
Y uno de ellos se quedó sin minutos de sobra, para intentar ser mi doble. Ahora deploro tanto la velocidad como la
lentitud. Por momentos siento que me he convertido en una máquina que sólo
sirve para dar expresiones escritas de mi dolor. Subliminalmente mis textos se
inspiran en la desgracia que yo no puedo curar... Y sólo en las misteriosas
fibras emocionales de la creación hallan alguna consoladora razón de ser nuestras
desgracias:
Ya van a
ser cinco años sin tenerte.
En este
tiempo mi corazón
Se ha
vuelto un poco hipócrita.
En todo
ese tiempo llenado de suplicas y rezos,
Nada gané
en pedirle a Dios tu vuelta.
Sólo la
repetida decepción de las mañanas sin tu cuerpo.
Ya van a
hacer cinco años sin tenerte.
En ese
tiempo aprendí a cortar
Mis
pensamientos en mitades….
Porque tu
fantasma aún los mata como una guillotina.
Ya han
pasado cinco años sin tenerte.
Y aprendí
que tu ausencia
Exagera
los relatos de la angustia.
¡Ah,
corazón!
Te
maldigo cuando mi dolor
No se
queda en esta hoja,
Y las
promesas, teorías y leyendas,
Resultaron
ser todas una mentira.
Ya van a
cumplirse cinco años sin tenerte.
Y poco a
poco entiendo
Que mi
vida serán muchos mañanas
Esperando
el milagro que me traiga tu noticia.
Ya van a
ser cinco años sin tenerte.
En ese
tiempo surqué muchos dolores.
Me
pregunto cuántas ansias
Habrán
pasado por el sexo de tu mente,
Mientras
yo no hacía otra cosa que esperarte.
La
fantasía de un futuro juntos
Fue la
ingenua sombra que me acompañó
A todos
los pueblos y ciudades.
Ya han
pasado cinco años sin tenerte,
Y todavía
no puedo evitar seguir deseando
Aquella
boca en las mañanas.
Ya van a
hacer cinco años de desearte.
En este
tiempo mi corazón
Se ha
vuelto un poco hipócrita.
Y ningún
escrito rompe con este sentimiento.
Que
pareciera un poderoso arrecife
Aguardando
las olas del olvido.
Ya han
pasado cinco años sin tenerte.
En todo
ese tiempo mi corazón
Se ha
vuelto un poco hipócrita.
En aquel
tiempo de infinitos anhelos de tu sexo
Desayuné
ilusiones cada día...
Y cada
día exacerbaba mis anhelos.
Ya van a
hacer cinco años sin tu cuerpo.
Ahora que
te escribo finjo sonrisas y fortalezas a mi vida.
Pero mi
única relación con las vigilias
Es el
reproche de todo lo que no hice por orgullo.
Algunas
mañanas, algunas tardes, algunas noches….
Podré
dedicarte algunos versos, algunas prosas.
Y tu
presencia se irá temporalmente,
Para
regresar en un momento inesperado.
Igual que
la noche se lleva la luz de los trigales,
Y al alba
regresa sin sorpresas.
Ya están
por ser cinco años sin tenerte,
En tanto
tiempo mi corazón
Se ha vuelto un poco hipócrita.
Y celebro
día a día
La lenta
ceremonia del olvido.
15 de Agosto
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