Antes de cumplir los veinte aniversarios,
Yo creía que en el mundo el amor era posible.
En ese entonces mi corazón se enamoraba
De todas las lecturas que leía:
Pues yo hace mucho tiempo
Creía que en los libros
Se encontraba la verdad que iba buscando.
Así una vez leí de un niño
Que venía de otro mundo;
Y me enojé con todo el que decía
Que a las rosas nunca había que escucharlas.
Leí también literaturas
Que a su tiempo me habían parecido,
Soberbias moralejas para el mundo en que vivía:
Yo sentía que sus mágicas sintaxis,
Me perdían en abismos submarinos
Y planetas fabulosos
Donde amanecía con dos soles
Y dos lunas cremita me acunaban
Cuando la luz se despedía
En su bipartida melancólica.
En la ardiente ruta de mis veinte aniversarios,
Yo me enamoraba de todos los poemas como este.
Pues hablaban de valores (que si ahora me fijase),
Yo diría que en un corazón cuerdo
No se habían inspirado.
Y entre todas las lecturas
Que he leído hasta esa época,
Leí también en una tarde
Sobre un hombre repasando
El recorrido por la playa de su vida:
Dos pares de huellas que iban juntas
Dejaban evidencia
De que Dios le acompañaba
En sus momentos más felices.
Pero en sus horas de más pena,
Notó con decepción un solo par de huellas,
Emblema de la pura soledad indivisible,
A la hora en que Dios nos pone pruebas.
¿Por qué Señor – le preguntó – ,
Has andado al lado mío solamente en alegrías?
Y en cambio me has dejado caminar en solitario,
Por la playa de mi vida
Mientras te he necesitado con urgencia.
Pero Dios le consoló
Con Su marcial sabiduría,
Pidiendo que examine nuevamente
Las arenas de su vida:
Para poder seguir andando juntos
Por la Playa de tu Vida
En los momentos más difíciles
Verás un solo par de huellas
Que demuestran apatías,
Porque yo te llevé en brazos,
Para poder seguir
En un mañana andando juntos,
Codo a codo
Por el vado de tu vida.
¿Cuántos pares de huellas iré dejando
Por la playa de mi vida?
Pues yo siento que a medida
Que mis pisadas dejan marcas
En las impredecibles y cambiantes
Costas de mi vida
La gran carga que yo arreo
Va borrando cada paso que se marca
Y en vez de un rastro va dejando
El desafiante surco que divide
En dos mitades
A la historia de mi vida.
Si a medida que camina
El Señor fuera conmigo dibujando
Una frontera que corta en dos mitades
A la playa de mi vida,
Al poco rato de haber empezado el recorrido
Yo le increparía con mi afiebrado ímpetu sobrante:
¿Por qué permites que los hombres
Respetemos tanto al malo
Y con el justo desquitemos nuestras iras?
Si el Señor fuera dejando
Sus colosales huellas al lado de las mías
(Mientras vamos codo a codo
Por la playa de mi vida),
Para en un mañana corregir a mis cuestiones,
Mostrando la evidencia
Que dejaron en la arena de mi vida
Dos pares de huellas en mis dichas
Y en mis tragedias sólo uno:
Pues yo en verdad desconfiaría…
Muchas veces enredaron mis razones
Las palabras de otros hombres.
Y desperté varado en una playa
Sin arenas, sin estrellas y sin mares.
Si el Señor caminase al lado mío
Por la playa de mi vida:
No me bastarían diez mil millas
Para reprocharle cuánto logro
Me ha quitado poco a poco
Utilizando las manos
De quienes yo una vez más quise.
Y al Señor le pediría que me explique
Por qué permite siempre
Que los hombres nos hagamos
Viejitos tan de golpe.
Y olvidemos por completo
Al niño que esperaba ansioso
La campana del recreo,
Para tener sueños un ratito
Bajo la quisquillosa sombra abanderada
Del patio del colegio.
Si el Señor dejara al lado de las mías
Sus certeras huellas imparciales
Mientras conmigo va midiendo
La distancia de la playa de mi vida,
Yo tendría en mis haberes un reproche:
E insistiría para que finalmente
(Él o alguien más me explique),
Por qué los hombres recordamos
Mucho más del otro los errores,
Y en cambio vivimos
Exagerando nuestro atino.
Y cuando ya se haya cumplido
La mitad del recorrido,
Y al volvernos vieran nuestro ojos
Una playa pisoteada que lavaron las mareas:
Le pediría que me explique
Por qué yo no he podido
Hacer algo más de lo que he hecho
Para que mis padres…
No se mueran de a poquito.
Si yo fuera capaz de mirar hacia adelante
Para ver futuras huellas en la playa de mi vida:
No me extrañaría para nada
Observar que en el perplejo día de mi muerte
Será el mío el único y triste par de huellas
Que atisbaré sobre la arena
Llevando el catafalco
Por el vado de mi vida.
Le diría que tantas injusticias y tanta indiferencia
Me hicieron preferir caminar en solitario.
Pues hasta la compañía del más Santo
Habrá finalmente rechazado
El último vestigio del orgullo que me queda.
Si en esta parte de la costa de mi vida
Dios me está llevando en brazos,
Para que a mí me resulte menos árido el camino:
Entonces le recordaría con voz firme
Que mis piernas se han acostumbrado
A caminar adoloridas,
Y aún pueden avanzar
Sobre el cañaveral y los pantanos.
Pero sí le rogaría con persuasiva disfonía
Que cortara con su mágica cizalla
Las cadenas que me atan
Al arreo que me hunde por las costas de mi vida.
Si yo hablase con Dios en un mañana
Que separan de esta fecha
Unos 20 ó 30 treinta aniversarios:
Yo dos cosas recordaría me ha dado
Para que mis fuerzas no se arredren
Si no todo es alegría:
La primera, le daría muchas gracias
Por haberme permitido
Ir andando solitario
En mis días de más pena.
Pues he aprendido a caminar entre penumbras
Cuando mi camino fue nublado por mis lágrimas.
Y finalmente, si algún día alguien me diera
La oportunidad de poder ver Sus rectos ojos,
Le agradecería en tantas veces
Como reproches yo haya hecho
El haberme permitido caminar al lado tuyo.
Y estar seguro que de ahora en más
Siempre veré cuando me vuelva
Dos pares de huellas yendo juntas...
Por la playa de mi vida.